sábado, 2 de noviembre de 2013


Friedrich Froebel



Friedrich Froebel
(Friedrich Fröbel o Froebel; Oberweissbach, 1782 - Marienthal, 1852) Pedagogo alemán. Discípulo de Rousseau y de Pestalozzi, estudió sobre todo la educación preescolar. Partiendo del principio de que la naturaleza puede manifestarse sin trabas, fomentó el desarrollo de los niños a través de ejercicios, juegos y cantos al aire libre. En 1837 creó el primer jardín de infancia. Es autor de La educación del hombre (1826).
La concepción pedagógica y la actividad educativa de Friedrich Froebel aparecen vinculadas, más que a las innegables inspiraciones románticas, a la corriente ideológica moderna, que juzga al niño como "espontaneidad" y centro del proceso de la educación. Froebel pasó la infancia junto a su padre (un grave y severo pastor protestante) y su poco benévola madrastra. Al cabo de una estancia de cinco años en casa de un tío, empezó a los quince a trabajar con un inspector forestal y se dedicó, como autodidacta y de manera desordenada, al cultivo de varias ciencias: cartografía, matemáticas, botánica, arquitectura, contabilidad y agrimensura.

Friedrich Froebel
Descubrió su vocación pedagógica relativamente tarde: en 1805, en Franefort, conoció a Gruner, que dirigía una escuela según el método de Pestalozzi, y le ofreció una plaza de maestro. Estuvo más tarde en Yverdun; allí permaneció durante dos años con los tres muchachos de la familia Holzhausen, de los cuales era preceptor, y profundizó de manera crítica en el sistema educativo de Pestalozzi.
Su vocación específica de educador de la infancia adquirió aspectos precisos tras un breve paso por las universidades de Gotinga (1811) y Berlín (1812) y al regreso de la campaña contra Napoleón (1814), cuando ciertas circunstancias familiares le llevaron a ocuparse en la educación de cinco sobrinos. Inspirándose en la Escuela Materna de Comenius, fundó en Keilhau el Instituto General Alemán de Educación (1816), que, sin embargo, decayó muy pronto.
Se trasladó a varios lugares de Suiza y, tras unos cuantos intentos llevados a cabo en Wartensee, Willisam y Burgdorf, estableció en 1840 en Blankenburg el primer "Kindergarten" (jardín de infancia) alemán. Respetar la actividad creadora del niño en un clima de libertad y en contacto con la naturaleza era el lema de esta escuela, en la que se favorecía el juego como actividad libre, otorgándole categoría de eficaz instrumento educativo gracias al cual el niño desarrolla sus destrezas y conocimientos y entra en relación con el mundo.
Froebel creó diversos materiales escolares para estimular la actividad creadora y de observación. Son conocidos con el nombre de dones y ocupaciones, y su objetivo es encaminar a los niños al trabajo. Junto a variados materiales para armar y desarmar, colores, poemas, adivinanzas y juegos, constituyen el más directo antecedente de los materiales creados con posterioridad por Maria Montessori. Después de otros fracasos y desengaños, frente a los cuales se vio sostenido por el afecto de dos mujeres (Guillermina Hoffmeister y Luisa Levin, con la que se casó tras la muerte de la primera, ocurrida en 1851), reconstituyó su Kindergarten en el castillo de Marienthal, puesto a su disposición por el duque de Sajonia. Allí moriría Froebel, a los setenta años de edad.
El gran pedagogo presentó de forma sistemática su ideología en la obra fundamental La educación del hombre (1826). En otros textos de menor importancia (cabe recordar Canciones y conversaciones maternas, 1843) aparece desarrollado preferentemente su método, basado en el juego, que es visto como la actividad espontánea con la que el niño expresa su personalidad.
La educación del hombre
Friedrich Froebel expuso en La educación del hombre los principios fundamentales de su concepción pedagógica, fruto no sólo de sus meditaciones, sino también de su experiencia de educador. Para Froebel, la educación, que comprende instrucción y aleccionamiento, tiene por finalidad "conducir al hombre a la clara y absoluta visión de sí mismo", y, por lo tanto, "a conocer su verdadera vocación y a llevarla a cabo espontánea y libremente". Esta idea domina toda la obra, que sigue al niño desde su más tierna infancia hasta la juventud y tiene por finalidad el desarrollo de todas las facultades humanas y el perfeccionamiento moral, puesto que todo ser está condicionado por Dios.
Según Froebel, la educación, desde un principio, ha de tolerar y proteger, jamás obligar o impedir la espontaneidad para sustituirla con modelos artificiales. El hombre, en el primer período de su vida, acoge en sí la multiplicidad del mundo exterior para hacerla suya. Froebel destaca la importancia de este momento para el presente y el porvenir, puesto que las primeras impresiones quedan indeleblemente grabadas en la mente humana. Lo que caracteriza a la primera infancia es el desvanecimiento de la niebla que envuelve todas las cosas hasta que éstas se presentan de una manera distinta, especialmente por medio de la palabra. Las primeras tentativas de lenguaje, el desarrollo de los sentidos y el esfuerzo para enlazar el mundo interno con el externo constituyen las características de la infancia y son los primeros grados sobre los cuales se apoya la educación espiritual.
El juego ocupa una gran parte de la vida infantil: Froebel lo llama "el producto más puro y más espiritual del hombre en esta edad". Éste debe ser alimentado por la madre y vigilado por el padre, puesto que, en su íntima esencia, revela la actividad espiritual del hombre de mañana. Propias de la infancia son también las primeras tentativas de dibujar, que representan el deseo de exteriorizar las cosas aprendidas. De la representación de lo múltiple se pasa a la definición cuantitativa, es decir, al concepto del número: este conocimiento eleva en gran manera la vida del niño.
Con esta riqueza de conocimientos, el niño entra a la segunda niñez, distinta de la edad pueril anterior, en la que el niño unía el sujeto al objeto. La segunda niñez es la edad de la instrucción, así como la primera era la de la educación. La instrucción es adquirida en el colegio; el niño se convierte en colegial cuando en él se afirma la conciencia de la vida y de la voluntad, que es la actividad espiritual del hombre conscientemente dirigido hacia un fin. Por esto la escuela interviene como formadora del espíritu. El niño ama el juego, que en esta edad es, por encima de todo, manifestación de la propia fuerza; por esto ama la jardinería, a causa del directo contacto con la naturaleza que satisface su curiosidad. Froebel se ocupa también en la obra de las materias de enseñanza: la religión, las ciencias naturales y las matemáticas, que están "unidas al espíritu del hombre como el alma a la religión". Se detiene luego en la enseñanza del idioma y en el arte, expresión del mundo interior del hombre.
La educación del hombre es notable por el apasionado sentimiento que la informa, por el soplo de pura religiosidad que la anima y por el ideal moderno del libre desarrollo del ser humano, es decir, por la autonomía educativa, por la cual Froebel se muestra, después de Rousseau, como uno de los más insignes representantes de aquel movimiento que no sólo condujo al descubrimiento del verdadero sujeto de la educación, el ser humano libre, sino que encontró que este mismo sujeto no es libre si no se desarrolla como principio autónomo de su mundo interior, que no es el mundo del individuo aislado, sino el mundo humano, es decir, el mundo de la historia y de la cultura.



Pulo Freire


Paulo Freire


Paulo Freire (1921-1997) fue uno de los mayores y más significativos pedagogos del siglo XX. Con su principio del diálogo, enseñó un nuevo camino para la relación entre profesores y alumnos. Sus ideas influenciaron e influencian los procesos democráticos por todo el mundo. Fue el pedagogo de los oprimidos y en su trabajo transmitió la pedagogía de la esperanza. Influyó en las nuevas ideas liberadoras en América Latina y en la teología de la liberación, en las renovaciones pedagógicas europeas y africanas, y su figura es referente constante en la política liberadora y en a educación. Fue emigrante  y exilado por razones políticas por causa de las dictaduras. Por mucho tiempo, su domicilio fue el Consejo Mundial de las Iglesias en Ginebra, Suiza.


Nació en Recife, Brasil, en 1921. En 1947, fue director del Departamento de Educación y Cultura del Servicio Social de la Industria. Estudió letras y se doctoró en 1959 en Filosofía e Historia de la Educación con la tesis «Educación y actualidad brasileña», en la que se sientan las bases de su método, según el cual todo proceso educativo debe partir de la realidad que rodea a cada individuo.
En los años 50, perteneció al primer Consejo Estatal de Educación de Pernambuco. En 1961, fue nombrado director del Departamento de Extensión Cultural de la Universidad de Recife. En 1963 puso en práctica su primer experiencia educativa de grupo, dentro de la Campaña Nacional de Alfabetización, consiguiendo la alfabetización de 300 trabajadores rurales en mes y medio. Fue acusado por la oligarquía y por ciertos sectores de la Iglesia de agitador político.
Como consecuencia del golpe militar de 1964, debió abandonar su actividad, calificada de subversiva, y buscó refugio en Chile, donde participó en diversos planes del gobierno democristiano de Eduardo Frei, como el programa de educación de adultos del Instituto Chileno para la Reforma Agraria (ICIRA). En Chile escribe Pedagogía del oprimido, cuyo contenido desagradó al gobierno de Santiago.
Profesor de la Universidad de Harvard, colaboró con los grupos dedicados a la reforma educativa en los ámbitos rurales y urbanos. En 1970 se trasladó a Ginebra (Suiza), donde trabajó en los programas de educación del Consejo Mundial de las Iglesias.
Después de dieciséis años de exilio, en 1980 volvió a Brasil, impartiendo docencia en la Universidade Estadual de Campinas y en la Pontifícia Universidade Católica de São Paulo, ciudad esta última de la que fue Secretário de Educação. En 1986, recibió el premio internacional «Paz y Educación» de la UNESCO. Fue investido doctor «honoris causa» por una veintena de universidades de todo el mundo.


Pablo Freire conoció desde niño la realidad del nordeste brasileño, en el que hasta hacía poco se vivía en esclavitud y que por aquellos tiempos las clases rurales vivían en relaciones laborales de opresión, marginadas del proceso social, político y económico y sin participación alguna en las decisiones importantes para el país.
Es ahí donde se introduce Paulo Freire, que intenta que sus coterráneos rompan su pasividad y silencio, que reconozcan la fuerza de su unidad transformadora, que adquieran la capacidad crítica para relacionarse con la sociedad y que se liberen de sus ataduras, única posibilidad de cambio de la sociedad. Se inserta en las nuevas ideas revolucionarias que existían en América Latina en los años 60, imbuido del lenguaje de liberación surgido de de las corrientes más avanzadas del catolicismo, que provocaron la teología de la liberación, y utilizando elementos de la dialéctica marxista para la visión y comprensión de la historia.

«La pedagogía del oprimido, como pedagogía humanista y liberadora tendrá, pues, dos momentos distintos aunque interrelacionados. El primero, en el cual los oprimidos van desvelando el mundo de la opresión y se van comprometiendo, en la praxis, con su transformación, y, el segundo, en que, una vez transformada la realidad opresora, esta pedagogía deja de ser del oprimido y pasa a ser la pedagogía de los hombres en proceso de permanente liberación»  Paulo Freire


Paulo Freire se ocupó de los hombres y mujeres «no letrados», de aquellos llamados «los desarrapados del mundo», de aquellos que no podían construirse un mundo de signos escritos y abrirse otros mundos, entre ellos, el mundo del conocimiento (sistematizado) y el mundo de la conciencia (crítica). Porque para Freire el conocimiento no se transmite, se «está construyendo»:  el  acto  educativo  no  consiste  en  una transmisión de  conocimientos, es el goce de la construcción de un mundo común. Juan Manuel Fernández Moreno (ILCE)

Deshumanización

La «deshumanización» es la consecuencia de la opresión, y afecta a los oprimidos y a quienes oprimen.
 Los oprimidos, en reacción contra los opresores, a quienes idealizan, desean convertirse a su vez en opresores. Es una gran contradicción, que desafía al oprimido proponiéndole una nueva fórmula, transformarse en los restauradores de la libertad de ambos.  De esta forma, debería nacer un hombre nuevo que supere la contradicción: ni opresor ni oprimido: un hombre liberándose, humanizándose.

Educación Bancaria: el saber como un depósito

En la concepción bancaria, el sujeto de la educación es el educador el cual conduce al educando en la memorización mecánica de los contenidos. Los educandos son así una especie de «recipientes» en los que se «deposita» el saber.  El único margen de acción posible para los estudiantes es el de archivar los conocimientos, convertidos en objetos del proceso, padeciendo pasivamente la acción del educador.
De este modo, a mayor pasividad, con mayor facilidad los oprimidos se adaptarán al mundo y más lejos estarán de transformar la realidad. La educación bancaria es, por tanto, un instrumento de opresión.

Educación Problematizadora: diálogo liberador

La propuesta de Freire es la «Educación Problematizadora» que niega el sistema unidireccional propuesto por la «Educación bancaria» ya que da existencia a una comunicación de ida y vuelta, y elimina la contradicción entre educadores y educandos. Ambos, educador y educandos, se educan entre sí mientras se establece un diálogo en el cual tiene lugar el proceso educativo. Con la «Educación Problematizadora» se apunta claramente hacia la liberación y la independencia, pues destruye la pasividad del educando y lo incita a la búsqueda de la transformación de la realidad, en la que opresor y oprimido encontrarán la liberación humanizándose.  

La dialogicidad: Esencia de la educación como práctica de libertad

El diálogo es un fenómeno humano por el cual se nos revela la palabra, de la que podemos decir que es el diálogo mismo. Por ello hay que buscar la palabra y sus elementos constitutivos. Descubrimos así que no hay palabra verdadera que no sea una unión inquebrantable entre acción y reflexión y, por ende, que no sea praxis. De ahí que decir la palabra verdadera sea transformar el mundo.
La palabra inauténtica no puede transformar la realidad, pues privada de su dimensión activa, se transforma en palabrería, en mero verbalismo, palabra alienada y alienante, de la que no hay que esperar la denuncia del mundo, pues no posee compromiso al no haber acción. Sin embargo,  cuando la palabra hace exclusiva referencia  a la acción, se convierte en activismo, minimiza la reflexión, niega la praxis verdadera e imposibilita el diálogo.
Los hombres no se hacen en el silencio, sino en la palabra, en el trabajo, en la acción, en la reflexión. El diálogo implica un encuentro de los hombres para la transformación del mundo, por lo que se convierte en una exigencia existencial.
Y no podemos dejar de recordar que para Freire, la palabra tiene dos fases constitutivas indisolubles: acción y reflexión. Ambas en relación dialéctica establecen la praxis del proceso transformador. La reflexión sin acción, se reduce al verbalismo estéril y la acción sin reflexión es activismo. La palabra verdadera es la praxis, porque los hombres deben actuar en el mundo para humanizarlo, transformarlo y liberarlo.


El método de Freire es fundamentalmente un método de cultura popular, que, a su vez, se traduce en una política popular: no hay cultura del pueblo sin política del pueblo. Por este motivo, su labor apunta principalmente a concienciar y a politizar. Freire no confunde los planos político y pedagógico: ni se absorben, ni se contraponen. Lo que hace es distinguir su unidad bajo el argumento de que el hombre se hace historia y busca reencontrarse; es el movimiento en el que busca ser libre. Ésta es la educación que busca ser práctica de la libertad.
La metodología surge de la práctica social para volver, después de la reflexión, sobre la misma práctica y transformarla. De esta manera, la metodología está determinada por el contexto de lucha en que se ubica la práctica educativa: el marco de referencia está definido por lo histórico y no puede ser rígido ni universal, sino que tiene que ser construido por los hombres, en su calidad de sujetos cognoscentes, capaces de transformar su realidad.
La manera en que Freire concibe la metodología quedan expresadas las principales variables que sirven de coordenadas al proceso educativo como acto político y como acto de conocimiento; éstas son: la capacidad creativa y transformadora del hombre; la capacidad de asombro, que cualquier persona tiene, sin importar la posición que ocupe en la estructura social; la naturaleza social del acto de conocimiento y la dimensión histórica de éste.
Otras características del método de Freire son su movilidad y capacidad de inclusión. Por ser una pedagogía basada en la práctica, ésta está sometida constantemente al cambio, a la evolución dinámica y reformulación. Si el hombre es un ser inacabado, y este ser inacabado es el centro y motor de esta pedagogía, es obvio que el método tendrá que seguir su ritmo de dinamicidad y desarrollo como una constante reformulación. 

La palabra y la imagen generadora

Las lecciones para los adultos se organizaban a partir de la palabras generadoras, por medio de diapositivas, fotografías, dibujos o carteles que generaban un diálogo. En Brasil podía comenzar por la palabra generadora tijolo (ladrillo), a partir de una imagen o fotografía de un ladrillo. En Chile, comenzaba por la palabra trabajo, y la imagen de alguien trabajando, según el entorno, urbano o campesino en el que se encontrara el grupo de adultos y las experiencias vividas por ellos.
Los participantes de los círculos de cultura dialogaban entre sí y con quien dirigía el debate, sobre los contenidos asociados a las diferentes figuras, y la repercusión en su propia vida. En ocasiones, cuando había posibilidades, se trabajaba con películas y grabaciones que se convertían en generadoras de diálogo.


La alfabetización como camino de liberación

Para Paulo Freire, el proceso de alfabetización tiene todos los ingredientes necesarios para la liberación. «... el aprendizaje y profundización de la propia palabra, la palabra de aquellos que no les es permitido expresarse, la palabra de los oprimidos que sólo a través de ella pueden liberarse y enfrentar críticamente el proceso dialéctico de su historización (ser persona en la historia)». El sujeto, paulatinamente aprende a ser autor, testigo de su propia historia; entonces es capaz de escribir su propia vida, consciente de su existencia y de que es protagonista de la historia.
Podemos entender la alfabetización como la conquista que hace el hombre de su palabra, lo que ciertamente conlleva la conciencia del derecho de decir la palabra.

Fases del método para la alfabetización

En la alfabetización es necesario seguir el método activo dialogal, crítico.
1º Fase: Levantamiento del universo vocabular (universo de las palabras habladas en el medio cultural del alfabetizando) de los grupos con los cuales se trabaja. Se extraen los vocablos de más ricas posibilidades fonéticas y de mayor carga semántica, con sentido existencial y emocional.
2º Fase: Elección de las palabras seleccionadas del universo vocabular investigado.
3º Fase: Creación de situaciones existenciales típicas del grupo con el que se va a trabajar.
Las palabras utilizadas reciben el nombre de generadoras, ya que a través de la combinación de sus elementos básicos propician la formación de otras. A partir de esas palabras se configuran las situaciones existenciales.
4º Fase: Elaboración de guías (Flexibles) que auxilien a los coordinadores de debate en su trabajo.
5º Fase: Descomposición de las familias fonéticas correspondientes a los vocablos generadores.
Se plasman las situaciones en láminas, diapositivas o proyecciones que, de la experiencia vivida por el alfabetizando, pasan al mundo de los objetos.
De uno en uno, los educandos van todos haciendo palabras nuevas con las posibles combinaciones a su disposición. Este proceso va creando conocimientos de palabras que enriquece la posibilidad de decirse diciendo su mundo.

Algunas Frases célebres sobre la educación (de wikipedia)


1.          Es necesario desarrollar una pedagogía de la pregunta. Siempre estamos escuchando una pedagogía de la respuesta. Los profesores contestan a preguntas que los alumnos no han hecho
2.          Mi visión de la alfabetización va más allá del ba, be, bi, bo, bu. Porque implica una comprensión crítica de la realidad social, política y económica en la que está el alfabetizado
3.          Enseñar exige respeto a los saberes de los educandos
4.          Enseñar exige la corporización de las palabras por el ejemplo
5.          Enseñar exige respeto a la autonomía del ser del educando
6.          Enseñar exige seguridad, capacidad profesional y generosidad
7.          Enseñar exige saber escuchar
8.          Nadie es, si se prohíbe que otros sean
9.          La Pedagogía del oprimido, deja de ser del oprimido y pasa a ser la pedagogía de los hombres en proceso de permanente liberación
10.      No hay palabra verdadera que no sea unión inquebrantable entre acción y reflexión
11.      Decir la palabra verdadera es transformar al mundo
12.      Decir que los hombres son personas y como personas son libres y no hacer nada para lograr concretamente que esta afirmación sea objetiva, es una farsa
13.      El hombre es hombre, y el mundo es mundo. En la medida en que ambos se encuentran en una relación permanente, el hombre transformando al mundo sufre los efectos de su propia transformación
14.      El estudio no se mide por el número de páginas leídas en una noche, ni por la cantidad de libros leídos en un semestre. Estudiar no es un acto de consumir ideas, sino de crearlas y recrearlas
15.      Solo educadores autoritarios niegan la solidaridad entre el acto de educar y el acto de ser educados por los educandos
16.      Todos nosotros sabemos algo. Todos nosotros ignoramos algo. Por eso, aprendemos siempre
17.      La cultura no es atributo exclusivo de la burguesía. Los llamados "ignorantes" son hombres y mujeres cultos a los que se les ha negado el derecho de expresarse y por ello son sometidos a vivir en una "cultura del silencio"
18.      Alfabetizarse no es aprender a repetir palabras, sino a decir su palabra
19.      Defendemos el proceso revolucionario como una acción cultural dialogada conjuntamente con el acceso al poder en el esfuerzo serio y profundo de concienciación
20.      La ciencia y la tecnología, en la sociedad revolucionaria, deben estar al servicio de la liberación permanente de la Humanización del hombre.



Francesco Tonucci, pedagogo y dibujante
"Muchas veces la escuela no se relaciona con la vida"
Hace más de 35 años, buscando un modo de comunicar sus ideas de manera más directa a un público más amplio, el pedago go italiano Francesco Tonucci delineó sus primeras viñetas disfrazado tras el seudónimo de Frato. De la mano de la ironía, Tonucci / Frato pudo ingresar a la escuela, provocándola para que se ría un poco de sí misma.


En su última visita a la Argentina, Francesco Tonucci habló de sus principales preocupaciones en torno a la niñez, que tienen que ver con la soledad y la falta de autonomía de movimiento de los niños, problemas que desde hace más de diez años propone solucionar multiplicando por el mundo su proyecto "Ciudad de los Niños".

Su vocación por la infancia, que se despliega en una vasta serie de publicaciones, lo hizo merecedor del nombre de "niñólogo". Y aunque afirme que con sus viñetas busca generar una "complicidad entre adultos", no puede dejar de sentirse satisfecho al constatar que los niños y las niñas saben que él y sus dibujos están de su lado.
- ¿Cómo empezó a dibujar viñetas?
- Las viñetas son la herencia de una pasión que tengo desde siempre, no tanto de dibujante sino de pintor. Mis primeros recuerdos de escuela son dibujos en una pizarra grande. Soy de un pueblo sobre el Adriático, Fano, y hacía muchos dibujos sobre la playa. Los pintores de mi pueblo me regalaban tubos de óleo y yo los aprovechaba para hacer pequeños grabados.

Después, mi camino no fue el arte sino los estudios universitarios. Y a fines de los 60, mientras en el movimiento estudiantil buscábamos maneras más directas para comunicarnos con la gente - y pensábamos en formas de autocrítica hacia el mundo de la investigación, que estaba muy encerrado en una actitud autorreferencial-, las viñetas me parecieron un modo de abrir la comunicación a un público más amplio. Así, aproveché unos dibujos que estaba haciendo para unos tests infantiles de psicología. Cuando empecé, pensaba que esto no era algo tan digno de realizar ni por un artista ni por un investigador, por lo cual me disfracé detrás de un seudónimo: Frato.

Quería señalar dos cosas. Por un lado, que las viñetas pudieron entrar en la escuela, que no es un mundo abierto a la ironía y la sátira humorística. Este es un éxito raro, porque las viñetas se reconocen y la escuela acepta reírse de sí misma. Por otro lado, las viñetas llegaron a ser un instrumento de formación profesional para maestros y maestras. En España se adoptan casi como libros de texto de magisterio; muchos profesores han usado y siguen usando mis viñetas para empezar cursos, para estimular a los estudiantes, hasta en los exámenes.
- Usted dijo que la escuela no está acostumbrada a la ironía. ¿Cuál cree que es actualmente el lugar del humor en la educación?
- Creo que cuando esto se consigue, estamos en un buen sitio. Hay una viñeta que dibujé hace much o s años que describe esto: un maestro le dice a una colega: "Mira la última viñeta de Frato", y la maestra la observa y dice: "Sí, ja, ja", empieza a reírse y dice: "A mí también... a mí también....¿a mí también? ¡Cómo se permite este señor decir estas tonterías!". Lo que intenté fue develar un poco qué significa la ironía; nos suscita una sonrisa, pero puede producir distintas reacciones, desde el enfado o el decir: "Es verdad, a mí también, lo reconozco, tenemos que cambiar algo". Estas son distintas reacciones posibles, creo que todas son buenas, porque provocar una reacción agresiva puede ser interesante.


-¿En qué se inspira al hacer las viñetas?

-Varias veces me preguntaron esto. Cuando contesto esta pregunta, normalmente invento algo, por honestidad. Cuando una idea se ha hecho clara, puede producir una viñeta. Una viñeta es un resumen o una concentración, en pocos trazos, de un concepto que a veces es muy complejo y que puede provenir de la investigación, de la observación, de los comentarios de los maestros. Un ejemplo de esto es una de las viñetas más intensas que dibujé, que comprime un concepto muy complejo, que es el tema de la evaluación: Hay ocho caras de niños y niñas, y una cara de adulto; la maestra evalúa diciendo: "Ana es desordenada", "Pedro es tímido", etcétera. La penúltima viñeta dice: "Solo Luis es normal. Firmado: la maestra", y Luis es la imagen especular de la maestra, son idénticos. Esta es una síntesis gráfica que me parece bien solucionada y es el resultado de nuestras investigaciones. Para nosotros, el normal es el que se nos parece más; el distinto es malo, preocupante y tenemos que recuperarlo, ¿recuperarlo a qué? A la normalidad, es decir, hacerlo como nosotros. Yo siempre lo digo: la viñeta es como una píldora, un concentrado. Produce una intuición, no ayuda a hacer un recorrido, pero lo puede suscitar, movilizar, motivar. Muchas viñetas salen de anécdotas que me cuentan. La del sol, por ejemplo, es otra viñeta que ha tenido bastante éxito porque resume una problemática muy compleja a nivel educativo escolar. La madre le pregunta al niño: "¿Cuál es tu opinión: el Sol gira alrededor de la Tierra o la Tierra gira alrededor del Sol?". El niño responde: "El Sol gira, la Tierra está quieta". La madre se enfada y le dice: "¿Pero qué te explicaron en la escuela?". "En la escuela me explicaron que el Sol está quieto y la Tierra es la que gira, pero ¿tú qué querías saber, lo que me han explicado en la escuela o lo que pienso yo?". Esto me lo contó un amigo francés, y yo aproveché para hacer una viñeta que toca el tema del doble camino entre la escuela y la vida. Muchas veces, la escuela no se relaciona con la vida y se queda en un camino paralelo. De este modo, recibimos una cantidad de conocimientos que repetimos correctamente dentro de la escuela, pero fuera de la escuela seguimos pensando otra cosa. Esto es muy grave, porque significa que la escuela no entra en la personalidad del alumno sino que se superpone.

- ¿ Cuáles cree que son los problemas centrales vinculados con la infancia, en la actualidad?
-Son muchos. Una de las diferencias más fuertes entre ser niño hace 40 o 50 años y hoy, es que antes los niños no sabían casi nada y hoy saben todo. Y frente a este enorme crecimiento de la capacidad de información, ha descendido totalmente la autonomía de movimiento. Esto significa que los niños no saben hacer casi nada, no tienen la experiencia de moverse, de practicar el espacio y el tiempo, de vivir la experiencia y la emoción de la aventura, del descubrimiento, del riesgo y del placer. Todo el proyecto de la Ciudad de los Niños nace con la preocupación de restituir la ciudad a las niñas y a los niños.

Por otro lado, un problema muy importante para los niños respecto de la formación escolar es que la escuela sigue siendo una escuela para pocos. Si el tema de la autonomía de movimiento es un tema básico para los niños más desarrollados, este es el tema básico para los niños más pobres y que tienen más problemas socioculturales y socioeconómicos. Yo creo que en toda reflexión escolar debe estar la idea de que la escuela sea para todos. Esto significa muchísimas cosas distintas: por ejemplo, los niños deberían ir a la escuela con placer, cada uno debería reconocer la escuela como "su" propia escuela. Al contrario, creo que la mayoría de los niños siguen pensando que la escuela adonde concurren es la escuela a la que tienen que ir. Tercero, esta escuela sigue siendo una escuela para pocos, para los hijos "inteligentes" y que tienen buena familia. Los que no tienen una motivación, los que no tienen una familia atrás, siguen fracasando. Es común escuchar frases como "Lo siento, señora, pero su hijo no me sigue", "No está interesado, no tiene bases, tendría que recuperar". Son todas frases impresionantes, que deberían constituir un delito porque, ¿qué significa "No me sigue"?, ¿quién tiene que seguir a quién? Yo creo que la escuela debería seguir a los niños y no los niños seguir a la escuela. En pocas palabras, una escuela para todos debería reconocer a todos los niños el derecho a llevar consigo todo lo que saben. La escuela debería empezar siempre con la escucha y no con la propuesta. Doy la palabra porque estoy interesado en saber lo que piensan mis alumnos, y todo lo que piensan lo ponemos en la mesa y empezamos a trabajar. Trabajamos sobre lo suyo, no sobre lo mío.

-¿Qué piensa como "niñólogo" acerca de las hipótesis del "fin de la infancia"? ¿Estos niños que saben demasiado, que descolocan a los adultos, están diciendo que se acabó la infancia?
-En efecto, hoy los niños tienen dificultades para vivir la infancia porque, por un lado, acceden a conocimientos adultos de una forma muy precoz; y por otro lado, se quedan inmaduros porque no desarrollan capacidades autónomas de moverse, arreglarse; por lo cual llegan a la adolescencia con una cabeza enorme y con brazos y piernas pequeñitas. Esto significa que la infancia ha cambiado; yo creo que hoy la infancia está presa, no desaparecida. Si la dejamos, vuelve. Esta es la experiencia que siempre encontramos en el proyecto de la Ciudad de los Niños. Nosotros proponemos que los niños vayan a la escuela sin ser acompañados por adultos. El éxito es impresionante, porque esto produce bienestar social y seguridad en la ciudad. Los padres suelen tener miedo de que los niños salgan a la calle porque hay inseguridad. Al contrario, si van afuera producen seguridad. Por otro lado, los niños que se mueven solos recuperan también una manera de vivir la infancia. Dos aspectos siempre me llamaron la atención. Los niños que van solos al colegio son más puntuales que los demás, se hacen cargo. El otro aspecto divertido es que esta pequeña autonomía se transforma en un espacio social que los niños disfrutan. Los niños de Roma se organizan para llegar un cuarto de hora antes a la escuela, para jugar juntos enfrente. Cuando se les pregunta por qué les gusta tanto ir a la escuela solos, muchos contestan: "Porque así podemos hablar entre nosotros". Por lo cual, yo creo que no es verdad que la infancia está perdida, sino que está presa y tenemos que liberarla. La infancia vuelve si las condiciones lo permiten.

-Una última pregunta, ¿cuando dibuja se siente un poco niño?

-Cuando dibujo como pintor, con frecuencia me siento niño; pero cuando dibujo viñetas, al contrario, me siento muy adulto. Me siento un adulto que se comunica con sus colegas adultos, buscando una manera más directa para transmitir algo. Las viñetas son un hecho de complicidad entre adultos; yo confío a otros adultos algo que he pensado, que he vivido. En varias oportunidades, la gente me ha dicho que estas viñetas, que son tan simples, dibujadas apenas, sin color, les gustan mucho a los niños. Yo creo que aquí también ellos se dan cuenta de una complicidad: se dan cuenta de que estos dibujos están de su parte, y esto, como siempre, les gusta a los niños y a las niñas.

Ana Abramowski
Fotos: Roberto Azcárate


Francesco Tonucci. "La misión principal de la escuela ya no es enseñar cosas"

"La misión principal de la escuela ya no es enseñar cosas" El pedagogo italiano no cree en la doble escolaridad. Foto: Archivo "La misión de la escuela ya no es enseñar cosas. Eso lo hace mejor la TV o Internet." La definición, llamada a suscitar una fuerte polémica, es del reconocido pedagogo italiano Francesco Tonucci. Pero si la escuela ya no tiene que enseñar, ¿cuál es su misión? "Debe ser el lugar donde los chicos aprendan a manejar y usar bien las nuevas tecnologías, donde se transmita un método de trabajo e investigación científica, se fomente el conocimiento crítico y se aprenda a cooperar y trabajar en equipo", responde. Para Tonucci, de 68 años, nacido en Fano y radicado en Roma, el colegio no debe asumir un papel absorbente en la vida de los chicos. Por eso discrepa de los que defienden el doble turno escolar. "Necesitamos de los niños para salvar nuestros colegios", explica Tonucci, licenciado en Pedagogía en Milán, investigador, dibujante y autor de Con ojos de niño, La ciudad de los niños y Cuando los niños dicen ¡Basta!, entre otros libros que han dejado huella en docentes y padres. Tonucci llegó a la Argentina por 15a. vez, invitado por el gobernador de Santa Fe, Hermes Binner, a quien definió como "un lujo de gobernante". Dialogó con LA NACION sobre lo que realmente importa a la hora de formar a los más chicos y dejó varias lecciones, que muchos maestros podrían anotar para poner en marcha a partir del próximo ciclo escolar. Propuso, en primer lugar, que los maestros aprendan a escuchar lo que dicen los niños; que se basen en el conocimiento que ellos traen de sus experiencias infantiles para empezar a dar clase. "No hay que considerar a los adultos como propietarios de la verdad que anuncian desde una tarima", explicó. Recomendó que "las escuelas sean bellas, con jardines, huertas donde los chicos puedan jugar y pasear tranquilos; y no con patios enormes y juegos uniformes que no sugieren nada más que descarga explosiva para niños sobreexigidos". Y que los maestros no llenen de contenidos a sus estudiantes, sino que escuchen lo que ellos ya saben, y que propongan métodos interesantes para discutir el conocimiento que ellos traen de sus casas, de Internet, de los documentales televisivos. "¡Que se acaben los deberes! Que la escuela sepa que no tiene el derecho de ocupar toda la vida de los niños. Que se les dé el tiempo para jugar. Y mucho", es parte de su decálogo. De hablar pausado y de pensamiento agudo, Tonucci transmite la imagen de un padre, un abuelo, un educador que aprendió a ver la vida desde la perspectiva de los niños. Y recorre el mundo pidiendo a gritos a políticos y dirigentes que respeten la voz de los más pequeños. -¿Cómo concibe usted una buena escuela? -La escuela debe hacerse cargo de las bases culturales de los chicos. Antes de ponerse a enseñar contenidos, debería pensarse a sí misma como un lugar que ofrezca una propuesta rica: un espacio placentero donde se escuche música en los recreos, que esté inundado de arte; donde se les lean a los chicos durante quince minutos libros cultos para que tomen contacto con la emoción de la lectura. Los niños no son sacos vacíos que hay que "llenar" porque no saben nada. Los maestros deben valorar el conocimiento, la historia familiar que cada pequeño de seis años trae consigo. -¿Cómo se deberían transmitir los conocimientos? -En realidad, los conocimientos ya están en medio de nosotros: en los documentales, en Internet, en los libros. El colegio debe enseñar utilizando un método científico. No creo en la postura dogmática de la maestra que tiene el saber y que lo transmite desde una tarima o un pizarrón mientras los alumnos (los que no saben nada), anotan y escuchan mudos y aburridos. El niño aprende a callarse y se calla toda la vida. Pierde curiosidad y actitud crítica. -¿Qué recomienda? -Me imagino aulas sin pupitres, con mesas alrededor de las cuales se sientan todos: alumnos y docentes. Y donde todos juntos apoyan, en el centro, sus conocimientos, que son contradictorios, se hacen preguntas y avanzan en la búsqueda de la verdad. Que no es única ni inamovible. -¿Cuál es rol del maestro? -El de un facilitador, un adulto que escuche y proponga métodos y experiencias interesantes de aprendizaje. Generalmente los pequeños no están acostumbrados a compartir sus opiniones, a decir lo que no les gusta. Los docentes deberían tener una actitud de curiosidad frente a lo que los alumnos saben y quieren. Les pediría a los maestros que invitaran a los niños a llevar su mundo dentro del colegio, que les permitieran traer sus canicas, sus animalitos, todo lo que hace a su vida infantil. Y que juntos salieran a explorar el afuera. -Varias veces usted ha dicho que la escuela no se relaciona con la vida. ¿Por qué? -Porque propone conocimientos inútiles que nada tienen que ver con el mundo que rodea al niño. Y con razón éstos se aburren. Hoy no es necesario estudiar historia de los antepasados, sino la actual. Hay que pedirles a los alumnos que se conecten con su microhistoria familiar, la historia de su barrio. Que traigan el periódico al aula y se estudie sobre la base de cuestiones que tienen que ver con el aquí y ahora. Esto los ayudará a interesarse luego por culturas más lejanas y entrar en contacto con ellas. -¿Cómo se puede motivar a los alumnos frente a los atractivos avances de la tecnología: el chat, el teléfono celular, los juegos de la computadora, el iPod, la play station? -El colegio no debe competir con instrumentos mucho más ricos y capaces. No debe pensar que su papel es enseñar cosas. Esto lo hace mejor la TV o Internet. La escuela debe ser el lugar donde se aprenda a manejar y utilizar bien esta tecnología, donde se trasmita un método de trabajo e investigación científica, se fomente el conocimiento crítico y se aprenda a cooperar y trabajar en equipo. -¿Es positiva la doble escolaridad? - En Italia llamamos a este fenómeno "escuelas de tiempo pleno". La pregunta que me surge es: ¿pleno de qué? Esta es la cuestión. La escuela está asumiendo un papel demasiado absorbente en la vida de los niños. No debe invadir todo su tiempo. La tarea escolar, por ejemplo, no tiene ningún valor pedagógico. No sirve ni para profundizar ni para recuperar conocimientos. Hay que darles tiempo a los niños. La Convención de los Derechos del Niño les reconoce a ellos dos derechos: a instruirse y a jugar. Deberíamos defender el derecho al juego hasta considerarlo un deber. .

lunes, 15 de abril de 2013

María Elena Walsh


Célebre por su literatura infantil, creó personajes conmovedores, como Manuelita la Tortuga, que inspiró la película “Manuelita” (1999), dirigida por Manuel García Ferré. Sus temas fueron musicalizados por personalidades como Mercedes Sosa y Joan Manuel Serrat y trascendieron las fronteras argentinas.

María Elena Walsh nació en el barrio de Ramos Mejía, en Buenos Aires, el 1º de febrero de 1930. Falleció a los 80 años el 10 de enero de 2011 en la misma ciudad.

Su papá era un ferroviario inglés que tocaba el piano y cantaba canciones de su tierra; su madre era una argentina descendiente de andaluces y amante de la naturaleza.

Fue criada en un gran caserón, con patios, gallinero, rosales, gatos, limoneros, naranjos y una higuera. En ese ambiente emanaba mayor libertad respecto de la tradicional educación de clase media de la época. Tímida y rebelde, leía mucho de adolescente y publicó su primer poema a los 15 años en la revista “El Hogar”. Poco después escribió en el diario “La Nación”.

Un año antes de finalizar sus estudios en la Escuela Nacional de Bellas Artes publicó su primer libro (en 1947), “Otoño imperdonable”, que recibió el segundo premio Municipal de Poesía y fue alabado por la crítica y por los más importantes escritores hispanoamericanos. A partir de allí su vida dio un vuelco: empezó a frecuentar círculos literarios y universitarios y escribía ensayos. En el año 1949 viajó a Estados Unidos, invitada por Juan Ramón Jiménez.

En los años ’50 publicó “Baladas con Angel” y se autoexilió en París, junto con Leda Valladares. Ambas formaron el dúo “Leda y María”: actuaron en varias ciudades como intérpretes de música folclórica, recibieron premios, el aplauso del público y grabaron el disco “Le Chant du Monde”. Por esa época comenzó a escribir versos para niños. Sus canciones y textos infantiles trascendieron lo didáctico y lo tradicional: generación tras generación sus temas son cantados por miles de niños argentinos.

Realizó además recitales unipersonales para adultos. En 1962 estrenó en el Teatro San Martín “Canciones para mirar”, que luego grabó con CBS. Al año siguiente estrenó “Doña Disparate y Bambuco”, representada muchas temporadas en Argentina, América y Europa. En los años ‘60 publicó, entre otros, los libros “El reino del revés”, "Cuentos de Gulubú", “Hecho a mano” y “Juguemos en el mundo”. En los ’70 volvió al país y en  1971 María Herminia Avellaneda la dirigió en el filme “Juguemos en el Mundo”. También escribió guiones para televisión y los libros “Tutú Maramba”, "Canciones para mirar", “Zoo Loco”, “Dailan Kifki” y “Novios de Antaño”.

En 1985 fue nombrada Ciudadana Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires y, en 1990, Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de Córdoba y Personalidad Ilustre de la Provincia de Buenos Aires. En 1994 apareció la recopilación completa de sus canciones para niños y adultos y, en 1997, “Manuelita ¿dónde vas?”.

María Elena Walsh es un verdadero juglar de nuestros tiempos, cuando recita y canta sus versos, pero también, cuando denuncia subliminalmente diversas cuestiones sociales. Toda su rebeldía, su desencanto, su oposición, su amor a la naturaleza y a los niños han quedado reflejados en numerosos poemas, novelas, cuentos, canciones, ensayos y artículos periodísticos.